Como resultado inevitable de esta necrosis otoñal
se han desprendido las hojas parroquiales
del árbol del bien y del mal
contemplando desnudo el encuentro
a campo abierto
de cuerpos y sotanas,
de vocaciones en infección
de vírgenes mestruadas
y el rosario como chinas sumergidas
en la piel de charo.
Pero no todo está perdido,
ya que del árbol del bien y del mal
han brotado raíces de antigua contención
enarbolando por el ano
el contundente entusiasmo del obispo
y su invocación.
Inédito
Esta ciudad tan bonita, me suena, me suena.
ResponderEliminarPor cierto, me encanta la foto de los gatos
¡Es preciosa!
Pues sí, una ciudad realmente interesante e intensa.
ResponderEliminarSalud
el entusiasmo del obispo... ja, ja, buen título para un libro, no creas. Me ha llegado el poema. Un saludo.
ResponderEliminarBueno, Céfiro, sin ánimo de chuparnos las pollas mutuamente, te digo que a mí también me gusta la brisa que me ha devuelto la cita-canción de Corcobado y tu poema.
ResponderEliminarTe quiero, Lisboa.