DESPUÉS
(De revisar las obras completas de Juan Manuel de Prada.)
Se puso a seguirnos con la escopeta, como si fuésemos a robarle, y en esto se aturulló con el seguro, tosió, el dedo le resbaló en el gatillo, y el cuarto se estremeció con el estampido, una de las vidrieras desapareció, las persianas de madera se astillaron, y cuando el olor a pólvora disminuyó el comerciante pidió con una sonrisa Disculpad, sacó del bolsillo un cartucho y lo introdujo en el arma, y mi tía Si no suelta la escopeta es capaz de matarnos, padre, y él Tengo que estar preparado por si vienen ladrones, quién me garantiza que ustedes son mis hijos, y mi abuela Hace años que te pido que te cambies las gafas, lo único que consigues distinguir son las botellas de vino, y mi abuelo Es mentira, anteayer, por ejemplo, abatí al milano que nos rondaba a las gallinas, y mi abuela No era ningún milano, era uno de esos sujetos de turbante que se ciernen sobre el pueblo, el desgraciado desangrándose en el huerto y tú que llamabas al farmacéutico para arrancarle las tripas y disecarlo, y el que se acuesta conmigo ¿Y el farmacéutico lo disecó?, y mi tía Jaras, y mi abuelo Tanto era un milano que lo disecaron sí señor, le pusieron dos ojos de vidrio y está en una peana en el vestíbulo del Ayuntamiento, en posición de ataque.
António Lobo Antunes, El orden natural de las cosas
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