El prejucio racial, junto al prejuicio de clase, eran demasiado para George Orwell. En verano de 1925, pocos meses antes de la finalización de su mandato, pidió regresar al Reino Unido por motivos de salud. En realidad, como apareció escrito en la contraportada de Días en Birmania, "no soportaba tener que meter en prisión a la gente por hacer las mismas cosas que él habría hecho de encontrarse en parecidas circunstancias".
Daria Galateria, Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores
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