Hacía frío y la mujer se arrebujó en el chal. Todavía podía pescar a algún rezagado o a uno de ésos que no tienen donde dormir y buscan pasar la noche de la mejor manera posible. Quizá un borracho pesado o un madero y ninguna de las dos cosas le gustaban. Los borrachos se ponían sentimentales y habladores y le solían vomitar encima. En cuanto a los maderos, mejor era no pensarlo. Los maderos no pagaban.
Juan Madrid, Nada que hacer
Seguro que los redactores de esos avisos no son chinos. De donde hay que recordar aquello de Borges: que la lengua española es muy ardua... sobre todo para los españoles...
ResponderEliminarAbrazos.
JL
Me pareció precioso eso de consumar en una terraza, aunque sea pagando, porque, claro, no es una Ong.
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