martes, 21 de abril de 2009

NEW BRUNSWICK


















Y la noche con todos sus monstruos entraba entonces
en danza entre miles y miles de berridos de sapos.

Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche.




No me asusta tu compañía,
más de una noche compartí mi jergón
con bestias en la enorme selva.
No me asusta la escasez de besos,
durante toda una eternidad
bebí lluvia con posos del desierto,
riqueza turbia de ríos mineros.
Dormí en chozas. Crecí desnutrido.
En mí habitaron fiebres, parásitos, soledad
y una incurable adicción a tragos
de un repugnante jarabe contra la tos.
-La tos como única compañera inseparable
cuando al amanecer las bestias desaparecen
hasta el siguiente crepúsculo-.
Conocí psiquiátricos repletos de gente
con miedo a morir, pensiones semiderruidas
con doncellas ensangrentadas en abortos fallidos,
niños envueltos en un final sonriente.
Nada puede ya inquietarme,
me digo;
acaso encontrar una salida
a este laberinto que se mece cada noche
en mi obstinada conciencia torpemente redentora.

De 'Menos Tú' (El Gaviero Ediciones)











martes, 7 de abril de 2009

REVOLUCIÓN SADE





CLÁSICO IMPRESCINDIBLE


‘La filosofía en el tocador’ (1795) Marqués de Sade


“-SRA. DE SAINT-ANGE: ...en qué estado debe encontrarse, para complemento de los placeres del agente, el culo del paciente.
-DOMALCÉ: lleno, por supuesto; es esencial que el objeto que sirve tenga entonces las mayores ganas de cagar, a fin de que la punta de la polla del jodedor, al alcanzar el mojón, se hunda en él y deposite cálida y blandamente la leche que lo irrita y lo enardece”.

Una joven virgen de notoria familia es iniciada en la ilustre cátedra de los placeres carnales por unos aplicados instructores que, de paso, no dudan en intercambiar deleitosas experiencias. Sexo, imaginación y perversidad como cartas credenciales para que ‘El Divino Marqués’ despliegue su doctrina y pensamiento en el campo de la moral, la religión o la política. Librepensamiento que encuentra su causa y su fin en las fuerzas de la naturaleza; contra la que es inútil -además de estúpido- luchar. El hombre sólo responderá de sus actos ante ésta puesto que es sólo ésta, verdugo y redentora, quien le proporciona las armas para conquistar la supervivencia. Y esas armas no serán otras que la libertad absoluta y el hedonismo voraz: “...convenceos de que sólo ampliando la esfera de sus gustos y de sus fantasías y sacrificando todo a la voluptuosidad es como el desgraciado individuo conocido bajo el nombre de hombre y arrojado a pesar suyo sobre este triste universo, puede lograr sembrar algunas rosas en las espinas de la vida”.

La moral sólo será una excusa inmovilista. Los poderosos –monarquía y clero-controlan mediante códigos deontológicos allí donde las leyes no alcanzan. Códigos, claro está, que ellos mismos desprecian en la esfera privada de sus sórdidas vidas; mientras siguen legislando para que el rico siga siendo cada vez más rico – a salvo de los inconvenientes del pueblo amoral- y la autoridad siga asesinando de forma democrática mediante guerras justificadas en aras del orden y el bien común –¿les suena de algo?-. En este sentido, Sade se pregunta, a lo largo del panfleto político republicano que incluye esta obra, cómo alguien puede ser acusado de asesinato cuando seguramente sus motivos sean más disculpables o, incluso, ineludibles al ser dictados por la naturaleza. Por el mismo motivo muestra la religión como una vil aliada del poder y alienadora sistemática de la razón: “Reemplazad las tonterías deíficas, con que fatigáis los jóvenes órganos de vuestros hijos, por excelentes principios sociales; que en lugar de aprender a recitar fútiles plegarias que tendrán a gloria olvidar cuando tengan dieciséis años, sean instruidos en sus deberes para con la sociedad; enseñadles a amar las virtudes de que apenas le hablabais antaño y que, sin vuestras fábulas religiosas, bastan para su felicidad individual; hacedles sentir que esa felicidad consiste en hacer a los demás tan afortunados como nosotros mismos deseamos serlo”.

Estructurada a modo de diálogos teatrales,‘La filosofía en el tocador’ fue prohibida –no podía ser de otra forma- hasta bien entrado el siglo XX, suerte que correría buena parte del resto de su creación. Demasiados/as frentes/verdades abiertos/as como para sobrevivir a la censura. Donatien Aphonse François de Sade, paradójicamente de sangre borbónica por parte materna, pagó su atrevimiento con numerosos años en prisión, por otra parte los más productivos literariamente, y dio origen al término sadismo. No pudieron -o mejor no quisieron- entender que los hechos reprochables y crueles narrados en sus libros no provenían de su imaginación: estaban/están en la vida; y desde la vida, como denuncia, consiguió inmortalizarlos.

Diamanda Cult
(Publicado en Vivir Almería, Diario Ideal. Mes de Diciembre 2008)