lunes, 8 de agosto de 2011

MATRIMONIO DE LA HUMANIDAD




Se odiaron a vida en las riberas parisinas del sena.
Recitaron a herz imber en el fuerte de bahla.
Se besaron a traición en jerusalén.
Lapidaron a una joven adúltera en petra.
Contemplaron el lumínico renacimiento del monte tai.
Se perdieron entre multitudes en la isla henderson.
Lanzaron fuegos artificiales en hiroshima.
Sonrieron tumbados en la piazza del duomo de pisa.
Tropezaron a la vuelta de una esquina en tipasa.
Se tornaron extraños en las grutas de ajanta.
Estrenaron sus mejores botas en la gran mezquita de divrigi.
Lamieron la lava de sus sexos en el cráter de vredefort.
Se refugiaron en los precipicios de bandiagara.
Cosechó su vello púbico en kuk.
Musitaron a vinicius en el anfiteatro el djem.
Se escupieron un no a la cara en la catedral de aquisgrán.
Mordió su nuca en la isla mcdonald.
Olió sus pezones en la tierra del incienso.
Juzgaron al tiempo, por genocida, en berna.
Encanecieron en la ciudad universitaria de caracas.
Vendió su cuerpo en la isla de gorée.
Su saliva le supo amarga en el valle de los ingenios.
Cruzaron las miradas en el krak de los caballeros.
Se emborracharon hasta caer al cielo en la isla del pico.
La abrió en canal rideau.
Se sentó a esperarla bajo la acacia del teneré.
Naufragaron en la bahía de ha-long.
Se destruyeron en el valle de bamiyan.
Profanaron la tumba de su amor en el valle del boyne.
Se alimentaron de carne humana en auschwitz.
Sollozaron en los jardines de shalimar.
Se abrazaron en el fiordo de ilulissat.
Masturbaron con fervor a un niño en san pablo extramuros.
Dibujó su boca en gobustán.
Desollaron ballenas sombrías en el vizcaíno.
Gritaron hasta quedarse afónicos en el puente de vizcaya.
Se arrojaron al vacío en la estatua de la libertad.


De 'Ida y vuelta. Antología poética del viaje' (Fin de viaje ediciones)


lunes, 1 de agosto de 2011

TENGO UNA CITA (XVIII)

ANTES



DESPUÉS








(De revisar las obras completas de Juan Manuel de Prada.)



Se puso a seguirnos con la escopeta, como si fuésemos a robarle, y en esto se aturulló con el seguro, tosió, el dedo le resbaló en el gatillo, y el cuarto se estremeció con el estampido, una de las vidrieras desapareció, las persianas de madera se astillaron, y cuando el olor a pólvora disminuyó el comerciante pidió con una sonrisa Disculpad, sacó del bolsillo un cartucho y lo introdujo en el arma, y mi tía Si no suelta la escopeta es capaz de matarnos, padre, y él Tengo que estar preparado por si vienen ladrones, quién me garantiza que ustedes son mis hijos, y mi abuela Hace años que te pido que te cambies las gafas, lo único que consigues distinguir son las botellas de vino, y mi abuelo Es mentira, anteayer, por ejemplo, abatí al milano que nos rondaba a las gallinas, y mi abuela No era ningún milano, era uno de esos sujetos de turbante que se ciernen sobre el pueblo, el desgraciado desangrándose en el huerto y tú que llamabas al farmacéutico para arrancarle las tripas y disecarlo, y el que se acuesta conmigo ¿Y el farmacéutico lo disecó?, y mi tía Jaras, y mi abuelo Tanto era un milano que lo disecaron sí señor, le pusieron dos ojos de vidrio y está en una peana en el vestíbulo del Ayuntamiento, en posición de ataque.


António Lobo Antunes, El orden natural de las cosas