jueves, 9 de agosto de 2012

ACERCA DE ESCRITOS DE LÁPIZ DE LABIOS: EL CÉFIRO


“Nuestro amor era ese perro que dejábamos atado a la puerta de los bares”
Germán Guirado


Realmente no acierto a recordar cómo ni cuando llegué hasta la obra de
Germán Guirado. Pero me queda claro que cuando dos entes cualesquiera tienen suficientes cosas importantes en común la reunión es cuestión de tiempo. Me ha pasado con un montón de músicos, escritores, artistas en general. Es como si estuviese escrito de antemano. Un buen día te metes en un blog, de ahí saltas a otro, o apuntas una referencia… y zas, de pronto das con un verso de esos que te hacen saltar del asiento y dices: coño. Así descubrí a Quique González por ejemplo, una mañana de sábado en que puse la radio y sonaba “La ciudad del viento”. Mis ojos se abrieron como por expansión; dije eso: coño, y coloqué una cinta en el cassette y empezé a grabar a la mitad de canción. Sabía que había dado con algo muy importante como más tarde pude comprobar. Pues lo mismo me pasó con Germán. El proceso de reconocimiento fue sencillo. Los dos somos fans de 091. Los dos escribimos y los dos somos unos fracasados porque los dos hubiéramos querido ser cantantes de rock´n roll pero no nos dió la voz o la jeta o qué sé yo, así que nos la machacamos con nuestros versos y nuestras referencias musicales. Una de las virtudes de la poesía de Germán es la forma en que realiza eso que llamamos “denuncia social”, tarea nada fácil de hacer sin caer en sensiblerías o en el panfleto. Él lo hace no como una dedicación tranquilizadora de conciencias al modo de los cantautores sino desde la rabia y el corazón evitando así que el arte se dirija hacia lo humano, manteniendo a raya a la realidad como aquí:

“Me cagaré en la bandera/el himno y la frontera/mientras exista un solo desheredado dispuesto a limpiarme el culo”.

con esa manera tan suya de atar el poema uniendo los extremos de una forma muy natural -casi pueril- haciendo que brillen como si de verdad estuvieran escritos en el espejo de un baño con lápiz de labios. Pero su rasgo más destacado o más personal quizás sea esa mezcla a partes iguales del humor más negro y la desesperanza vital de los que hace gala en muchos de sus poemas:

“Algunos inquilinos de los nichos adosados/se quejan del exceso de silencio/hasta altas horas de la madrugada”.

“Dispongo de tanto tiempo/que todos mis relojes mueren/atragantados”


Ediciones Vitruvio
, con Pablo Méndez a la cabeza, ha publicado “Escritos de lápiz de labios”, el segundo poemario de Germán Guirado, un siniestro grito, un aullido de animal herido que se ahoga en la noche, porque la poesía de este almeriense tiene una única premisa. Herir. La huella. Estar. Una colección de escritos salidos del corazón, ensangrentados, violentos, atenazadores pero sobretodo vivos que es lo único que necesita la poesía: versos vivos. Absténganse muertos en vida, triunfadores y prepotentes de leer a Germán. Estos versos rezuman ansia de vida, calor, sexo. Poesía ésta, la de Germán, para la que las etiquetas se quedan ya no cortas sino más bien injustas. Pierden el sentido por todo lo de inclasificable que tiene; a ver quién le echa güevos y le pone el cascabel al gato. Porque eso es lo mejor. Que este gato no tiene cascabel.


El Céfiro, poeta

jueves, 2 de agosto de 2012

EN BUSCA DEL FUEGO


Foto encontrada en el blog Contradiarios Moreno-Ruiz




Poema que habla de un cacharro parecido, y que ya puse por aquí hace algún tiempo:



El Homo erectus que hay en mí
desespera por el mechero de yesca mensual
de un tampón entre tus piernas.