Madres de turbia risotada precipitándose por un abismo de muelas inexistentes rodean mi lectura poética-axilar. Niños del tamaño de la obscenidad de Charles corretean alrededor del planeta literatura. La tarde envejece en un parque infantil. Torpe humedezco un dedo en la descompuesta saliva de la charla automática, del ósculo que depositan los abuelos sobre mejillas en fuga, para pasar hoja a otro otoño triturador de hígados, promotor de románticas veladas con recetas de ancianas que tan solo acertaron a depositar su amor en la cocina. Tarde de sombras enjuagando dentaduras en las fuentes públicas ante rostros perplejos que dejan entrever mellas de leche. La tarde, la misma tarde de cada día, envejece en un parque infantil, envejece hasta retorcerse moribunda en un lecho acolchado. Un breve, voluntario duelo, relente y las piernas se tornarán instrumental de sepulturero decidido a exhumar los restos de mi acotada libertad.
¿Tienes frío? (Fotografía de la actriz Suzanne Christy y del regidor Marval publicada en la revista Le Surréalisme au service de la Révolution, julio 1930)
Cristo riendo, de Clovis Trouille
Él seguía mirándole el sexo, ese reducidísimo lugar que, con una admirable economía de espacio, garantiza cuatro funciones supremas: excitar; copular; engendrar; orinar.
pedirles que legalicen la yerba es como pedirles que pongan un poco de mantequilla en las esposas antes de ponérnoslas, otra cosa es lo que te hace daño...por eso necesitas yerba, o whisky, o látigos y trajes de goma, o música aullante tan jodidamente alta que no puedas pensar, o manicomios, o coños mecánicos o ciento sesenta y dos partidos de béisbol por temporada. o Vietnam o Israel o el miedo a las arañas. tu amante se lava la amarillenta dentadura postiza en el lavabo antes de que te la jodas.
Hace apenas dos meses se reeditaba Nevermind de Nirvana. Como excusa recaudatoria, el vigésimo aniversario de su edición primigenia. Rarezas, inéditos, directos, caras-b (y algo de morro): la mezcla perfecta para esquivar las garras de la piratería y sacarles de nuevo la pasta a millones de fans dispuestos a pasar por el aro. Y como no hay realumbramiento que por bien no venga, este me sirve a su vez como excusa para recuperar el articulito que le dediqué hace unos años en la extinta publicación Vivir Almería, dentro de una sección titulada Clásicos imprescindibles.
CLÁSICO IMPRESCINDIBLE
'Nevermind' (1991) Nirvana
La primera idea que acude a mi cabeza cuando me planteo escribir sobre este disco es inevitable: en nuestro país resulta muy difícil aceptar como clásico un grupo próximo en el tiempo, por la simple razón de que el éxito, entre contemporáneos, venga de donde venga, no se perdona. En este caso el éxito procedía del más allá, concretamente del estado de Washington. Apenas iniciada la década de los noventa una, hasta entonces, desconocida banda de Aberdeen curtida en la escena indie de Seattle sorprende al mundo con un trabajo oscuro, magnético y rotundo. Un trabajo doblemente meritorio por considerarse además pionero dentro de la histórica evolución reciente del rock and roll, ya que dio paso a un subgénero -el grunge- de vida efímera pero de huella perdurable, que crecería con la banda y con ella moriría a pesar del inabarcable número de grupos que en los años venideros intentaran seguir la senda abierta. 'Nevermind' constituía el segundo álbum de un trío compuesto por Kurt Cobain, guitarras y voz, David Grohl, batería y Chris Novoselic, bajo; y el primero editado en una gran discográfica: DGC Records. Todo comenzó con 'Smells like teen spirit', canción que abre el disco y primer y brutal single que correría como la pólvora a través de las ondas radioeléctricas de todo el planeta, algo que a buen seguro hubiera dejado atónito al mismísimo Marconi. Guitarras y batería tronantes para un tema con repetidas inflexiones sonoras que invitan al inevitable movimiento compulsivo del oyente. Pistoletazo de salida para una gloriosa colección de hits compuesta, casi en exclusividad, por un inspirado/atormentado Cobain: ‘In Bloom’, ‘Come as you are’,’Breed’, ‘Lithium’, ‘Stay away’... Todos los temas unidos por la vigorosa presencia de textos y guitarras con altas dosis de escepticismo y actitud punk. La portada llamaba la atención por la imagen de un bebé desnudo nadando detrás de un billete de dólar clavado en un anzuelo. Portada que a punto estuvo de ser censurada por la estúpida moral de la compañía discográfica ya que el susodicho bebé mostraba su incipiente pene. Finalmente se impuso la cordura y se editó tal cual la conocemos tras amenazar Kurt con la acusación de pedofilia por ver provocación donde no existía. Como curiosidad añadida, en alguna de las ediciones podemos encontrar un escondido ‘bonus-track’ ruidoso y adrenalítico titulado ‘Endless, nameless’ con el que daban por finalizadas algunas de sus actuaciones mientras violentamente hacían lo propio con la vida útil de sus respectivos instrumentos. A partir de aquí, lo archiconocido: tres años de imparable triunfo que no evitaron –más bien propiciaron- el hastío, la depresión y las adicciones del cantante; hasta que el viernes 7 de abril de 1994 un electricista hallara el cadáver suicida del otrora músico eléctrico en su casa de Seattle con una bala en la cabeza y 27 años tirados por tierra. Kurt Donald Cobain: zurdo como Jimi Hendrix, Albert King o Diamanda Cult. Casi nada... Moría el músico y nacía la leyenda, a la par que el protagonismo coñazo de su inefable mujer, Courtney Love. “Load up on gun and bring your friends / It’s fun to lose and to pretend. / She is over bored and self assured. / Hello, hello, hello, how low?” O como lo diría Cervantes: “Carga las pistolas y trae a tus amigos / es divertido perder y pretender. / Ella está demasiado aburrida y segura. / Hola, hola, hola, ¿estás deprimido?”
Diamada Cult (Publicado en 'Vivir Almería', Diario Ideal. Febrero 2009)
Un rápido flash sobre el tono que caracterizó a los informes de la censura en el tratamiento de la homosexualidad fue la frase "combinación de marica y zorra", con la que un censor ventiló su "análisis" de Copacabana, una alocada comedia de 1947 interpretada por Groucho Marx y la actriz Carmen Miranda.
Hay una especie de antropofagia intelectual, de canibalismo cultural, que siempre me ha preocupado. Las masas no devoran libros, canciones, historias o imágenes. Las masas devoran seres vivos. El hombre necesita comerse al hombre. Van al cine, no a seguir una historia, sino a devorar a una persona, a un actor o una actriz. No basta con los libros. Interesa el autor. Hay que verlo, tocarlo, comérselo. No basta con los miles de cuadros de Picasso. Hay que ver, tocar, oír, leer, escuchar, devorar a Picasso en calzoncillos. Picasso era comestible. Se dejaba masticar bien. Ése es el secreto. si no eres comestible, digerible, nutritivo, ya te puedes morir de hambre. Para comer de esto hay primero que dejar que te coman. Hay que saber a algo. "Si yo sé a algo, mi sabor será para la tierra", decía Rimbaud. Pues no. Hoy, el sabor de uno tiene que ser para los mass-media, para las multitudes.