El poeta de hoy en día domina a la perfección el subgénero epistolar. El poeta de hoy en día recorre las calles con mirada atenta, bloc de notas en una mano y carta de recomendación en la otra. El poeta de hoy en día escribe de día y vomita de noche. El poeta de hoy en día escucha música independiente, devora cine de culto, elige peinados asimétricos y lee a Gala. El poeta de hoy en día luce calzoncillos bien apretados y eterna barba incipiente para que nadie repare en los granos purulentos que cada verso fallido le revierte.
Cuando sales a la calle escapando de la lluvia y te cobijas en avenidas anegadas de cadáveres portando tus besos. Cuando la madrugada se empecina en mostrarte el camino que conduce a otro camino que conduce a otro camino donde siempre se circula por la izquierda sobre labios sin asfaltar. Cuando el negro en descomposición ilumina la mañana más triste del sonámbulo. Cuando todos los perros del mundo asoman su ladrido ante tus pasos de gato en celo atropellado. Cuando todos los relojes acuáticos sincronizan la hora de la ejecución. Cuando el verdugo pide disculpas por llevar trabajo a casa. Cuando el policía tortura sin piedad su conciencia. Cuando el indigente se enriquece en putrefacción. Cuando la chispa última del pensamiento se topa con el papel mojado de tus sueños. Cuando el miedo te arropa cada noche antes posarse en tus mejillas. Cuando la luna se cansa de buscarte, descalza, entre cristales rotos de niñas enfermas. Cuando el invencible galeón que navegaba en tu pulso se torna barco fantasma. Cuando los hijos aúllan en cunas a la deriva. Cuando la papiroflexia retórica transforma el poema en pistola. Cuando la vecina golpea tu puerta para mendigar el insecto de tu boca recorriendo sus piernas varicosas. Cuando en tu frente un cartel indica saliva no potable. Cuando el tejido de su adiós se queda enganchado en la alambrada de tus dudas. Cuando el diablo decide borrar tu número. Cuando dios se acuesta con tu mejor mujer. Cuando el parque automovilístico que habita en tu alma se revela en coche-bomba. Cuando eyaculas sangre. Cuando has perdido hasta la última gota de caricias. Cuando el amor queda reducido a un sustantivo sin sustento. Cuando la tarde te lleva al rincón más oscuro del desconocimiento inexacto.
Siempre he pensado que Dylan era un farsante. Desde luego no es un muchachito que canta canciones líricas. Es un oportunista que quiere hacer carrera y sabe muy bien dónde va. Además, es un hipócrita. Nunca he comprendido por qué le gusta a la gente. No sabe cantar.