sábado, 8 de septiembre de 2012

CASA DE CITAS (VII)






El asomo
de nuestros cuerpos al placer
fue tímido y borrascoso.
Nada claro nos habían dicho
entonces sobre el sexo.
Andábamos a tientas.
Por eso,
que nadie se extrañe ahora
cuando digo
que fueron muchos
los que, víctimas del tiempo,
probaron su ansiedad
tomando como posada
la bondad seducida
de una burra o cabra.
En fila de a uno
iban dejando su limosna
sobre la bandeja enardecida
los tales amantes sin prejuicios.
Eran tiempos oscuros,
donde las ocasiones de amar
eran escasas
y los negociantes de amores
avispados y efímeros.


Antonio Jesús Soler Cano, Para cruzar el laberinto


 

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