lunes, 4 de marzo de 2013

CASA DE CITAS: JACK LONDON

                                                  Jorge Rueda, Conejo con tomate



Comer a otro o ser comido por los demás era la única ley imperante en aquel país, lo cual tenía trazas de perdurar eternamente en aquellas islas. Había jefes como Tanoa, Tuiveikoso y Tuikilakila, que se habían comido cientos de seres humanos. Pero entre estos glotones descollaba uno, llamado Ra Undreundre. Vivía en Takiraki, y registraba cuidadamente sus banquetes. Una hilera de piedras colocadas delante de su casa marcaba el número de personas que se había comido. La hilera tenía una extensión de doscientos cincuenta pasos y las piedras sumaban un total de ochocientas setenta y dos, representando cada una de ellas a una de las víctimas.


Jack London, El diente de la ballena






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